“Me pareció una ironía contar chistes sobre el procés cuando ha sido algo tan triste para todo el mundo”
El escritor sabadellense Víctor Colomer ha llevado el estilo conciso, directo y comprimido de sus más de 7.000 entrevistas como periodista al terreno de la ficción. Ha añadido al puchero un sentido del humor afilado, unas gotas de absurdo y dos fuentes de inspiración inapelables: el tragicómico proceso independentista catalán y grandes clásicos universales que van de Ray Bradbury a Saint-Exupéry. El resultado es Contes tristos del procés (Pagès Editors, 2021), un conjunto de relatos satíricos que mereció el Premi de Narrativa Vila de l’Ametlla de Mar 2020. Uno de sus cuentos, “Crónicas catalanas”, está disponible en audio en el episodio 13 del podcast Vivir del cuento.
En esta entrevista, Víctor Colomer nos habla de escribir humor, de crear ficción a partir de la política, de utilizar la actualidad como fuente de inspiración y de crear historias partiendo de los grandes clásicos de la literatura universal.
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– “Crónicas catalanas” es un homenaje satírico e irreverente de las Crónicas marcianas de Ray Bradbury, pero enmarcado en el contexto del movimiento independentista catalán. ¿Qué te lanzó a escribir sobre un tema tan polémico?
– La primera motivación fue dirigirme al público español para que viera que los catalanes no somos tan malvados como cuenta la prensa española y que no odiamos, ni mucho menos, a España. Por eso los relatos iban a estar escritos en castellano, pero alguien me dijo que ninguna editorial española querría publicarlos. Así que traduje al catalán los tres o cuatro cuentos que llevaba escritos. Con los relatos gané un premio que consistía en su publicación. Así nació Contes tristos del procés.

– ¿Aún te gustaría que el libro se leyera fuera de Catalunya?
– Me encantaría, pero lo veo muy difícil. Quizás lo podría compartir con amigos a título individual y les interesaría, pero creo que fuera de Catalunya el libro tendría un interés comercial mínimo.
– ¿Tu libro puede ofender a independentistas y a no independentistas?
– Sí, pero es que hay gente que se ofende por todo. Los ofendiditos son una nueva raza que tenemos no solo en España, sino en todo el mundo, tal y como demuestran los haters que hay en Twitter. Se pueden ofender tanto los españoles como los independentistas catalanes, ya que los políticos no quedan demasiado bien parados, pero alguien que sea mínimamente inteligente, que sepa lo que es la literatura y la ficción y que tenga sentido del humor, no se va a ofender.
– ¿Crees que se puede escribir humor sobre cualquier tema?
– Sí, pero si el tema puede herir a alguien, hay que hacerlo con más sutileza, quizás con una ironía más refinada. Sin embargo, hay atrocidades como el atentado de las Torres Gemelas en Nueva York que nos dejan consternados y sobre los que nadie se atreve a hacer humor. En 2001 incluso se cancelaron películas que ya habían sido rodadas porque en aquel contexto se hubieran considerado de mal gusto. Por tanto, todo se puede tratar con humor, pero a veces hay que esperar un poco.
«Todo se puede tratar con humor, pero a veces hay que esperar un poco»
VÍCTOR COLOMER
– Aún y así, Contes tristos del procés habla de un tema muy actual que aún resulta espinoso, como es el proceso independentista catalán. Para tratarlo, optas por géneros que te permiten alejarte un paso de la realidad, como la fantasía, la ciencia ficción, la sátira política o la literatura infantil. ¿Qué te han permitido estos géneros?
– Sobre todo, pasármelo pipa escribiendo. Por ejemplo, para escribir el relato sobre el timbaler del Bruc, me inspiré en el tambor de hojalata de Günter Grass, donde también hay un niño que toca el tambor y provoca grandes reacciones. Por tanto, me leí el libro, vi la película y repasé un disco que escuchaba de niño con el cuento infantil del timbaler del Bruc. Lo mezclé todo y me empezaron a salir ideas locas. Lo difícil fue darle a todo eso una forma con una estructura clásica con planteamiento, nudo y desenlace.
– Cada uno de tus cuentos está inspirado en una gran obra universal, de autores como Kafka, Borges, Saint-Exupéry o el mismo Bradbury. ¿Qué te ha aportado ir de la mano de estos referentes?
– Me lo pasé tan bien al adaptar las Crónicas marcianas de Ray bradbury, que me planteé hacerlo con otros. Lo probé con Kafka: en vez de despertarse convertido en escarabajo, Gregor Samsa es un madrileño del PP convertido en catalán, lo que provoca consternación en su familia. Basarme en clásicos como este me ha ayudado a empezar, a no perderme y a contar con una estructura.
Cuando me pongo a escribir, suelo improvisar sin una escaleta previa. Por tanto, tener de referencia libros como El principito me da unas pautas, me indica cómo tiene que avanzar la historia y me aporta un tipo de lenguaje y un tono distintos al de otros cuentos. Ahora no sé si sabría escribir sin basarme en los clásicos de la literatura universal.
– Has hecho un máster de la mano de los maestros.
– Sí, ha sido muy bonito, y ya tengo una veintena más de cuentos que he ido presentando a otros premios literarios, aunque sin éxito. De momento, mi editorial me ha dicho que podría publicar una segunda parte.

– ¿Por qué elegiste la palabra “triste” para titular un libro humorístico?
– Los catalanes tenemos una tendencia a la tristeza, es nuestra zona de confort. No sabemos gritar ni pelearnos, pero sí llorar. Solo hay que escuchar las canciones de Lluís Llach o Manel: son un llanto detrás de otro. O leer el libro del expresidente Quim Torra: habla de cómo lloraba cuando cogió la COVID-19 en la Casa dels Canonges y se tuvo que aislar, o de cómo lloraba cuando los políticos de un lado y del otro le clavaban cuchillos por la espalda. Por tanto, los catalanes presumimos de que lloramos bien. Me pareció una ironía contar chistes sobre el procés cuando ha sido algo tan triste para todo el mundo. Pero me equivoqué con el título, es muy poco comercial.
«Los catalanes tenemos una tendencia a la tristeza, es nuestra zona de confort. No sabemos gritar ni pelearnos, pero sí llorar»
VÍCTOR COLOMER
– ¿Cuál pondrías ahora?
– Freedonia. Si publico una segunda parte, quizás se llame así. Freedonia es el país de locos en el que transcurre Sopa de ganso, de los hermanos Marx. En su libro, Carles Puigdemont confiesa que en 2017 el Palau de la Generalitat parecía Freedonia por la relación entre Junts per Catalunya y Esquerra Republicana, porque el presidente daba órdenes que nunca se cumplían o hacía una confidencia al vicepresidente Junqueras y al día siguiente esta aparecía en los titulares de todos los diarios.
– El humor y el coqueteo con el absurdo son rasgos distintivos de tu forma de escribir. ¿Aparecen de forma natural o utilizas alguna técnica para dar giros humorísticos a tus tramas?
– Me salen solos. No todo puede ser drama, tienen que haber momentos de respiro. A veces estoy escribiendo y me pongo a reír a carcajadas. En mi versión de El planeta de los simios, hago que la chica protagonista, ya convertida en la jefa de los simios, les enseñe a comer calçots en un planeta postapocalíptico y que les acabe proponiendo comer bolets amb samfaina. Al escribirlo me empecé a reír y tuve que salir a la terraza a fumarme un cigarro y apaciguarme un poco.
A veces uso un humor tan negro, tan negro, que puede parecer de mal gusto, pero es que no puedo evitarlo: incluso en las historias más oscuras que escribo siempre me sale algo de humor. Por ejemplo, he versionado el cuento “Una modesta proposición” de Jonathan Swift, autor de Los viajes de Gulliver. Con toda la ironía del mundo, el relato proponía a los ingleses que se quejaban de que en Irlanda siempre había demasiados niños pobres en la calle, que se los comieran. Yo trasladé la historia a Catalunya. Cuando leí la historia en la clase de escritura, se hizo un silencio sepulcral.
– En este sentido, en el libro abundan los momentos de humor en los que la sonrisa se te acaba congelando, a veces porque es brutal lo que están contando, y otras veces al contrastar lo que explica el cuento con la realidad.
– Durante el franquismo, había una revista humorística llamada La Codorniz, con una sección titulada “Tiemble después de haber leído”. Así es mi libro: temblar después de leer.
«Incluso en las historias más oscuras que escribo siempre me sale algo de humor»
VÍCTOR COLOMER
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– Durante más de 30 años fuiste periodista de Diari de Sabadell y entrevistaste a más de 7.000 personas para la sección “Cara a cara”, un formato parecido a “La Contra” de La Vanguardia, con conversaciones directas, picadas y provocadoras. ¿Cómo te ha influido esa experiencia a la hora de escribir ficción?
– Sin duda, en el estilo. Cuando tienes que resumir una conversación en media página o una página para que se lea en tres o cuatro minutos tienes que ir comprimiéndola más y más: sin repeticiones, con frases cortas y con mucha información empaquetada en pocas palabras. Es un estilo que se me ha quedado junto con el intento de escribir de forma muy visual, con frases que muestren una situación, un paisaje o una persona sin entretenerse demasiado en descripciones.
Al escribir “Crónicas catalanas”, visualizaba una estepa inmensa con cientos de cohetes elevándose a la misma velocidad, despidiendo llamaradas a su paso y generando hongos de humo. Era una imagen que me ponía los pelos de punta.
– ¿Quién se formó antes: el Víctor Colomer escritor o el Víctor Colomer periodista?
– El periodista nunca tuvo a un escritor al lado. A los quince años sí que había escrito algún intento de relato, pero más allá de eso, nunca había escrito nada que no fuera periodismo. Fue al dejar el Diari de Sabadell que empecé a escribir ficción. Era muy consciente de mis limitaciones como escritor de literatura y sabía que tenía que aprender muchas cosas, por ejemplo, la estructura de una historia, aunque casi nunca la cumplo, o el hecho de conseguir que un relato avance de sorpresa en sorpresa. Va muy bien ir a una escuela de escritura como Escriptorium Sabadell para aprender este tipo de trucos.
– ¿La actualidad es una buena fuente de inspiración para un escritor?
– Absolutamente. La realidad siempre supera a la ficción, como dice el tópico. Alejandro Amenábar basó su primera película, Tesis, en un recorte de periódico sobre vídeos violentos que se distribuían en el mercado negro. Como esta, creo que cada día hay una noticia rarísima que podría dar para un relato, una novela o una película.
– ¿De qué otros lugares extraes ideas?
– Cada día tengo ideas con las que pienso que podría escribir un relato, pero no sigo pensando en ellas y se me olvidan, hasta que hay una que se vuelve recurrente y hace que me ponga frente al ordenador. Por ejemplo, un día estaba viendo una película americana en blanco y negro y me hicieron gracia las expresiones mal traducidas en el doblaje: “que me aspen”, “apuesto diez contra uno a que…”, etc. Busqué en Internet más expresiones de este tipo y ese lenguaje fue el punto de partida para un relato. Otro día hice un puzle con frases de mi ídolo, Gabriel García Márquez.
Me gustaría escribir más porque me lo pasé muy bien, pero a veces pueden pasar dos semanas sin que haya escrito. Querría tener una disciplina. Hay gente que recomienda escribir cada día lo que sea, aunque sea una conversación que has mantenido en la calle, para no perder la práctica. Creo que sería un buen ejercicio para poner sobre el papel más ideas.
– ¿Cómo vive del cuento Víctor Colomer?
– Escribir me gusta, y hace poco que lo he descubierto. Escribir me salva, como mínimo del aburrimiento, aunque también de los malos rollos. La literatura como terapia funciona. Si te angustian problemas del trabajo, o discusiones con un familiar o amigo, y no sabes como quitártelos de la cabeza, puedes escribirlos sin tener en cuenta la estructura narrativa, y así soltar toda la bilis. Al cabo de tres o cuatro folios te sientes distinto y esa noche duermes bien, con la sensación de que el problema se ha ido.
«Cada día hay una noticia rarísima que podría dar para un relato, una novela o una película»
VÍCTOR COLOMER
– ¿En qué proyectos trabajas ahora?
– Lo bueno de mis cuentos sobre el procés es que tienen un denominador común que les da unidad. Mis otras historias son tan distintas que no veo cómo podrían convertirse en libro. Además, tendrían que ganar un concurso literario o encontrar editor, porque nunca más caeré en la autoedición como hice con mis libros de fotomontajes.
– ¿Fotomontajes?
– Sí, los podéis encontrar en mi web Just imagine. Es una de mis locuras. Tengo la teoría de que 1+1 son 3, porque si cojo a Marilyn Monroe y la pongo en una calle de Sabadell, el resultado es una tercera obra. Me nutro sobre todo de clásicos del cine y los sitúo en paisajes locales de Catalunya. En realidad, es lo mismo que he hecho en Contes tristos del procés: cojo las Crónicas marcianas de Ray Bradbury, cojo el movimiento independentista catalán, y lo que sale es un cuento nuevo. También hacía lo mismo como periodista: mezclaba un hecho internacional con un ingrediente local y con eso hacía la entrevista. Por ejemplo, ahora me he enterado de que hay un sabadellense que vive en La Palma, cerca de donde se encuentra la lava del volcán Cumbre Vieja. Hubiera hecho lo que fuera por conseguir una entrevista con él.
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