Durante la semana, David Albalate se dedica a la importación y las finanzas, pero si os lo encontráis en el metro anotando alguna idea en su cuaderno o en el móvil, puede que su faceta de escritor de ciencia ficción esté tratando de salir a la superficie. Hablamos con el autor de “Refugio” de ser bueno en letras y en números, de incertidumbre, de evadirse como respiro y evadirse como enfermedad, de atrapar momentos de inspiración para desarrollarlos los sábados por la mañana y de compartir a través de la escritura.
– El cuento “Refugio” aborda un dilema muy actual: vivir en un mundo cerrado y artificial, pero seguro, o vivir en un mundo real, pero incierto. ¿Cuál es tu postura?
– Es un tema muy actual. Las generaciones más jóvenes pueden acabar aislándose socialmente, porque participan de las redes sociales, pero no de la vida activa. Y corren el peligro de aislarse y de instalarse en una realidad paralela.
– Se suele decir que vivimos en un contexto VUCA (volátil, incierto, complejo y ambiguo). ¿Somos más vulnerables que nunca?
– Nos encontramos en unos momentos de gran complejidad, como nos ha demostrado esta pandemia que todavía estamos atravesando. Nos gusta tener las cosas bajo control, aunque es un pensamiento un poco iluso, porque nunca controlamos las circunstancias de la vida. Lo que ha hecho la COVID-19 es abrir nubarrones en la vida cómoda que teníamos y enseñarnos que somos frágiles. Y esa fragilidad nos asusta, porque los humanos tendemos a buscar el refugio, la comodidad y la seguridad. No estamos acostumbrados a trabajar en ambientes de volatilidad.
– Parece que ahora todo se tambalea y no estamos preparados para afrontar lo que nos viene.
– Es lógico que nos cueste habituarnos a estas nuevas condiciones que, según me parece, no van a ser temporales, sino que van a marcarnos la vida en los próximos años, sobre todo a las generaciones más jóvenes. Son momentos complicados, pero no los podemos elegir. Otras generaciones han pasado por una guerra, una posguerra u otros acontecimientos que también han sido complejos.
– ¿Cuál crees que es la virtud o los valores que te pueden mantener a flote en este contexto?
– Tener capacidad para adaptarte es la mejor opción, pero no es sencillo, sobre todo para los que tenemos una edad, porque ya llevamos una inercia y un bagaje, y desaprender todo lo aprendido es complejo, aunque también necesario para convivir con la nueva realidad.
– En efecto, adaptarse supone un camino arduo. En cambio, evadirse parece mucho más sencillo y atractivo, tal y como dibujas en el cuento «Refugio». ¿Hasta qué punto evadirse es una solución válida en los tiempos actuales?
– Puede ser una solución momentánea, un pequeño descanso. El peligro que corremos, sobre todo con las nuevas tecnologías, es que los momentos de evasión acaben siendo lo que consideremos real, y que nos acabemos alienando de la auténtica realidad simplemente porque no nos gusta.
– ¿Recuerdas cuál fue la chispa que te llevó a inventar la historia de «Refugio»?
– Más que de chispas, soy de ir uniendo ideas. Esta historia surge, como no podía ser de otra manera, de una mala jornada dentro de una mala semana tanto laboralmente como familiarmente, de uno de esos días en los que todo sale al revés e incluso deseas coger vacaciones de ti mismo. Entonces pensé que, en realidad, siempre te puedes evadir mentalmente. De ahí nació la idea para este cuento.
«La idea de «Refugio» nació de uno de esos días en los que incluso deseas coger vacaciones de ti mismo»
– Quizás escribir también tiene un punto de evasión y de salir de ti mismo. Al final, estás plasmando en un papel lo que te preocupa. ¿Crees que la escritura puede ser terapéutica?
– En el fondo siempre lo es, igual que la lectura. No me cabe duda de que la literatura es un vehículo de escape, porque parte de algo que necesito exteriorizar y compartir.
– Es tan sencillo como que, cuando escribes, te sientes mejor.
– Así de fácil, y escribas lo que escribas. Me gusta pensar que la escritura es una manera de soltar el lastre que llevamos. Y si, además, lo que escribo puede servirle a otra persona, aunque sea para entretenerla, me doy por bien pagado. Y aún más si también sirve para hacerla reflexionar.
– Sin embargo, muchos lectores consideran que las tramas de ciencia ficción están alejadas de sus preocupaciones.
– Para mí la ciencia ficción o la fantasía son un marco. ¿Por qué no puedes tener un trasfondo político, reivindicativo, filosófico o incluso de novela negra con tramas y personajes muy bien desarrollados en un escenario futurista?
– ¿Qué obras recomendarías a una persona que no esté acostumbrada a leer ese género?
– Recomendaría ¿Sueñan los androides con ovejas eléctricas?, de Philip K. Dick, que dio lugar a la película Blade Runner. También destacaría la saga de Ender, de Orson Scott Card, o la saga Dune, de Frank Gerber, que me parece fantástica. Son solo propuestas. Al final, uno tiene que leer lo que le apetezca en cada momento.
– Estoy de acuerdo. Lo que importa de una novela no es si es buena o mala, sino si te gusta. No hay que sacralizar los libros.
– Incluso puede que haya un género que consideras que no va contigo y de repente das con un autor en concreto y te cautiva. Es muy humano catalogar: puedes decir que la literatura romántica no te gusta, pero hay obras de muchos tipos. Por tanto, creo que cada uno puede encontrar su espacio en la lectura. Leer es una cosa maravillosa. En el colegio leemos para aprender, en Twitter o Instagram leemos para ponernos al día, y también podemos leer cómics para entretenernos. ¿Por qué tiene que ser menos leer cómics que leer El Quijote? No a todo el mundo le tiene que gustar Cervantes, igual que no todo el mundo tiene que estudiar una carrera o ponerse a fontanero. En la variedad está el gusto.
– En mi caso, tenía prejuicios con la novela romántica. La veía como un género para mujeres de una cierta edad, hasta que llegué a las novelas románticas del periodista y escritor catalán Xavier Bosch. Leí Algú com tu y me encantó.
– A veces nos cerramos por prejuicios, por educación, por el qué dirán, por otras opiniones que nos llegan o, simplemente, porque somos animales de costumbres. «A mí me gusta comer el pollo frito y siempre me lo como frito, pero resulta que un día pruebo a pasarlo por la plancha y resulta que me encanta». Lo mismo pasa con la literatura. Como escritor, está muy bien tener un gusto determinado y un estilo característico, pero a veces apetece salir de tu estanque para ver qué hay más allá.
«Como escritor, está muy bien tener un gusto determinado y un estilo característico, pero a veces apetece salir de tu estanque para ver qué hay más allá»
– Defines tu obra como filosófica e incluso onírica. ¿En qué se plasman estos rasgos?
– Desde mis inicios literarios, soy dado a plasmar, a veces en papel, otras en Facebook, reflexiones sobre aspectos muy diversos. Y en mi obra no he querido abandonar esa parte más reflexiva e introspectiva de mí. Por eso mis novelas tienen personajes poco definidos. Me gusta contar una parte de su camino en una ubicación determinada, pero no dar muchas más pistas, porque quiero que el lector haga su propia interpretación de la historia. Aparte, soy partidario de jugar con situaciones que den profundidad a la trama.
– Hablemos un poco de tus comienzos. ¿Cómo empezaste a escribir?
– Empecé leyendo. Alrededor de los doce años, en un programa de radio que seguía mi padre, escuché que buscaban relatos de niños sobre la amistad. A raíz de eso, el primer recuerdo literario que tengo es el de despertarme por la noche para dejar anotada una idea que me vino a la cabeza para desarrollarla el día siguiente. Aún debo tener por casa algún breve cuento de cinco o seis páginas que escribí en aquella época. Eran relatos de intriga, porque entonces disfrutaba leyendo las aventuras de Los tres investigadores.
– Compaginas tu vida literaria con tu profesión como contable. Las letras y los números no suelen llevarse bien, ¿pero dirías que en tu caso una faceta ha ayudado a la otra?
– Creo que son dos facetas distintas de la vida. Las personas somos como cebollas y tenemos muchas capas. Cuando en la lejana época del BUP me hacían test psicotécnicos para determinar si tendía más a las letras o a los números, daba buenos resultados en ambos. Al final tomé una decisión con la que estoy contento, y he desarrollado mi carrera profesional en el ámbito de la importación y las finanzas. En paralelo, he mantenido mi pasión por la lectura y la escritura, aunque no la ejerza como modo de vida. No nos engañemos: es complicado mantenerse en el mundo literario.
– Por tanto, para escribir tienes que arañar momentos en tu rutina. ¿Cómo logras compaginar la escritura con el trabajo y la familia?
– Después de varias rutinas, he acabado por pensar que mi auténtica rutina es no tener rutina. Busco instantes de paz, calma y tranquilidad para escribir. A veces estoy en el metro o cocinando y me viene una idea para un libro. No es el mejor momento, así que la anoto en una libreta o en una nota del móvil y, si puedo, el sábado por la mañana me dedico a ella. Cada libro que he sacado ha sido un parto completamente diferente, tanto la concepción como el proceso creativo han sido distintos. Quiero pensar que durante la andadura ha ido aprendiendo, y aunque no disponga de mucho tiempo, ahora tengo la facilidad que quizás antes me faltaba. Puedo estar dos o tres semanas sin ponerme con el libro que estoy terminando, pero trabajo en él durante el sábado por la mañana y en dos horas puedo acabar un capítulo o dos.
– En realidad, aunque no estés delante del ordenador, la historia te va rondando por la cabeza y, de alguna manera, se sigue escribiendo mientras haces otras cosas, ¿no crees?
– Sí. Como curiosidad, mi cuarto libro, en el que ahora estoy inmerso, se me ocurrió viendo una serie de terror en Netflix. Aparecía un personaje que me atrajo mucho y me dio la idea para la novela. A partir de entonces, la he ido escribiendo mientras dormía (porque he soñado en la historia), mientras cocinaba o mientras iba en el metro. De lo que se trata es de recoger esos instantes de inspiración o guardarlos en la memoria y desarrollarlos cuando tienes la oportunidad.
«De lo que se trata es de recoger los instantes de inspiración o guardarlos en la memoria y desarrollarlos cuando tienes la oportunidad»
– La luz de la vida, Tras el muro y El guardián de los recuerdos: estas son las novelas que componen la trilogía de David Albalate. Aparecieron publicadas entre 2015 y 2020. En ellas destacan algunos rasgos muy presentes en tu obra, David, como la soledad, el miedo o la responsabilidad. ¿Qué nos cuentas en estos libros?
– La primera novela, La luz de la vida, nació como un reto personal. Hasta entonces escribía reflexiones y algún relato corto, y me nació el gusanillo de escribir un libro. Partiendo de un pensamiento, empecé a elaborar la historia. Por el camino nació mi hija y abandoné el proyecto en varias ocasiones. Como creía que no lo iba a terminar, escribí el final y dejé por escribir un trozo en la mitad que finalmente culminé. Como ves, fue algo demencial (ríe).
Es un libro denso y filosófico que marca mi literatura, algo sombría, y en la que intento abordar a mi manera temas como la soledad o la responsabilidad. La luz de la vida plasma la trayectoria de unos personajes que, movidos por circunstancias externas que les sobrepasan, se erigen como bastión de una civilización. Me interesaba hablar de cómo les afecta el hecho de que todo dependa de ellos.
– ¿Reflexionas sobre el precio de ser un héroe?
– Y sobre qué es ser un héroe, qué es lo bueno y qué es lo malo. Sobre cómo una motivación que consideras lícita te puede llevar a hacer determinados actos.
– Acabaste esa primera novela en 2004 y no la publicaste hasta 2015. ¿Qué pasó durante todos aquellos años?
– Al terminarla, me sentía contento, me había demostrado a mí mismo que podía hacerlo. Me sugirieron que la publicara, pero eso es algo que no está al alcance de cualquiera. Después de presentarla a dos concursos literarios, empecé a estudiar la posibilidad de autopublicar, no para vender millones de ejemplares, sino por el orgullo de ver el libro en mi estantería. En aquel momento no di con la fórmula y aparqué el asunto. Hasta que un día descubrí CreateSpace, una herramienta en Internet para autopublicar sin coste y de una forma relativamente sencilla. Ahora el servicio se llama Kindle Direct Publishing y pertenece a Amazon. Puedes hacer todo el proceso tú o pagar por una portada, una revisión ortotipográfica, etc. Decidí autopublicar el libro sin más ánimo que comprar yo mismo unos cuantos ejemplares y regalarlos en Navidad.
En cambio, el segundo y el tercer libro ya los escribí con la idea de publicar directamente, siempre con un espíritu amateur, con el objetivo de compartir el trabajo que uno ha hecho, dedicándole mucho esfuerzo y horas, y esperando que alguien lo pueda leer, que le pueda gustar o que le haga reflexionar. Para mí eso compensa todo el esfuerzo.
– Es fácil e incluso gratuito publicar, pero luego es difícil diferenciarse y destacar. ¿Cómo han funcionado las ventas en Amazon?
– Llámame ingenuo, pero yo consideraba que para ser escritor solo había que escribir. ¡Qué equivocado que estaba! Casi todo el mundo escribe, y tienes que dedicarte a una parte ingrata que consiste en darte a conocer y venderte. Yo estoy empezando en este mundillo, pero por desgracia no puedo dedicarme profesionalmente a la literatura, así que me he centrado en escribir, que es lo que realmente me gusta. De momento no he hecho ninguna promoción y habré vendido como máximo 150 ejemplares entre los tres libros, aunque una tercera parte los he comprado yo para regalar.
Conozco a gente que está funcionando a otro nivel, pero con más dedicación, medios, tiempo o incluso con el apoyo de una editorial, aunque sea pequeña. Por desgracia, hoy en día no basta con escribir, ni tan siquiera con ser buen escritor.
Sin embargo, creo que todos los autores merecen un respeto, ya que, te guste más o menos, pertenezca o no al género que más te atrae, detrás de cada libro hay mucho trabajo.
– El hecho de que hayas empezado a moverte en redes sociales, por ejemplo creando el canal de Instagram @dag70writer, ¿indica que quieres profesionalizarte y lograr que poco a poco la literatura se pueda convertir en una fuente de ingresos que te dé más tiempo para escribir?
– Sí. Aunque siempre he tenido esta pasión en segundo término, ¿por qué no pasarla a un primer plano? Cada vez me siento más cómodo escribiendo y, además de novelas, últimamente he descubierto que puedo escribir relatos como el de «Refugio», o incluso microrelatos de menos de 200 palabras. En esta línea, he colaborado en un proyecto con otros compañeros que, si todo va bien, saldrá publicado como una recopilación de relatos sobre los pecados capitales. Yo participo con tres cuentos. Nunca me había visto capaz de escribir relatos, pero es motivador variar de género y registro, representa un aprendizaje precioso. Y entonces me planteo: ¿por qué no?, ¿por qué no dedicarme profesionalmente a una cosa que me llena y me ilusiona?
– ¿Qué satisfacciones estás encontrando escribiendo cuentos que quizás no te ha dado la novela?
– El formato corto te obliga a ser más exigente. En una novela cuentas con un desarrollo más largo y puedes explayarte más, dominando los tiempos, introduciendo más personajes, dando más o menos giros… Conforme el espacio se reduce, para llamar la atención del lector tienes que medir muy bien qué pones y cómo lo pones. Para escribir un microrelato, por ejemplo, tienes que partir de una idea cautivadora y luego ir eliminando todo lo que sea superfluo, mientras que en una novela esos fragmentos pueden aportar matices.
– ¿Qué es Letras de Sangre Books?
– Después de crearme una cuenta personal y otra literaria en Instagram el pasado mes de julio, Letras de Sangre Books se puso en contacto conmigo. Es una comunidad de más de cien escritores y de lectores que publican reseñas de bookstagram. Su finalidad es dar visibilidad a un colectivo que no tiene la suerte de disponer del respaldo promocional y publicitario de una gran editorial. Cuando alguien del grupo lanza un libro, entre todos intentamos apoyar su publicación difundiéndola. Es encomiable el esfuerzo desinteresado que están llevando a cabo los responsables de la iniciativa. De ahí han salido proyectos como el libro de cuentos sobre los pecados capitales que antes comentaba, o la posibilidad de crear un sello editorial propio para que los autores que autopublicamos tengamos más fuerza en Amazon.
Y es que, por buenísimo que seas, nadie va a comprar tu libro si no sabe que existes. El sueño dorado de cualquier escritor es que aparezca un instagramer o un youtuber hablando de tu obra, pero es muy complicado, y no todos tenemos la suerte de ganar el Planeta o de tener una editorial fuerte detrás. Por eso los autopublicados tenemos que trabajar por el bien común. Ojalá aparecieran en Instagram grupos de lectores que quisieran encontrar autores desconocidos con la voluntad de expandir sus horizontes de lectura.
«Ahora no me planteo la vida sin escribir. Para mí eso ya es vivir del cuento»
– Es una buena idea. Va en la línea de lo que representa Vivir del cuento: sumar esfuerzos y audiencias entre los autores para hacer crecer nuestros círculos individuales.
– Sí. Siempre me ha gustado el mundo de las asociaciones. He estado en la asociación de padres del colegio de mi hija, en un grupo de intercambio de idiomas y dando clases particulares, y he llegado a la conclusión de que los mejores momentos de la vida son los que compartes con los demás de manera desinteresada. Con lo que te quedas de un fin de semana es el café que has hecho con un amigo o la película que has visto con tu pareja. Al escribir pasa lo mismo: si terminas una novela o un relato sientes un orgullo personal y privado, pero formar parte de algo que excede de ti y que haces en beneficio de todos es muy bonito.
– ¿Cómo vive del cuento David Albalate?
– Más bien vivo para el cuento. Hace dos años no te hubiera dicho lo mismo, pero ahora no me planteo la vida sin escribir. Para mí eso ya es vivir del cuento.
– Bonita reflexión para acabar la entrevista. ¿Dónde pueden encontrarte nuestros lectores y oyentes?
En Instagram, a través del perfil @gad70writer. En Amazon, tecleando «David Albalate» encontrarán mis libros. También estoy en Goodreads. Además, en 2016 creé el blog «Reflexiones de mi mente». Finalmente, podéis saber más de mí en la web de Letras de Sangre Books.
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